Yo no sé si sabré explicarlo: quizás
la literatura sea en verdad un intento de hacerlo, y voy a quedarme
necesariamente corto, o lejos, o tarde. Suelen funcionar las
metáforas, las comparaciones, los ejemplos. Y es práctico, porque
está plagado de ellos. Están por todas partes y además es muy
sencillo conectarlos. No hacen falta grandes viajes, ni grandes
lecturas. Solo hay que abrir los ojos, o cerrarlos, o no hacer nada.
Porque eso tampoco importa. Todo el mundo lo sabe, y todo el mundo lo
entiende. Y si no, es que no se usan las palabras correctas. Porque
es inherente al ser humano. Aunque se suele creer que de los animales
también. Yo lo llamaría el maravilloso absurdo de existir, pero
tampoco estoy seguro, porque a veces no es maravilloso, ni tampoco
absurdo, y a veces existe, aunque deje de existir. Ya dije que no
sabría explicarlo, mucho menos definirlo. Porque también se le
podría llamar el secreto a voces de la humanidad, aunque, de nuevo,
ni es secreto, pues todos lo sabemos, ni es a voces, porque a veces
parece que se nos olvida. No sé. Supongo que pierdo el tiempo
tratando de dibujarle un perímetro, cuando no lo tiene. Y supongo
también que no tiene sentido que siga intentando explicarlo, cuando
ya hace rato que sabes de lo que te estoy hablando.