Yo no sé

Yo no sé, Eva; no sé si subidos al puesto de guarda, no sé si besando tus brazos o si por el contrario después, cuando ya te has ido, cuando apuro el silencio atenuado donde me repites y me repites tu última frase. Por un lado el recuerdo, la prueba inapelable de que estamos vivos, de que estas horas que han sido nos pertenecen. Pero después proyectarse hacia un tiempo que no ha nacido, que aún no ha podido decidir por nosotros, la excesiva pelea con los razonamientos. Ah, Eva, yo no sé; si supiera, si tuviese al alcance un solo párrafo del gran libro maestro, te leería a media voz, entre pausas y notas a pie de página, ya lo sabes, por miedo a aburrirte, deseando tanto gustarte, tratando de entrar poco a poco en tu mundo, tocándote, tocándote lenta, minuciosamente.